Organizar la habitación

Convertir en un juego un aprendizaje práctico

Organizar la habitación es una labor ardua cuando se realiza de forma mecánica. Sin embargo, es fácil convertirla en una actividad motivadora, divertida y educativa.

Lo primero que es importante tener en mente es que el objetivo de organizar la habitación debería ser el aprendizaje, no el orden por el orden. Aprender a estructurar la información es esencial para un desarrollo óptimo de las capacidades del niño y esta es una gran oportunidad para hacerlo de manera manipulativa.

La organización del espacio físico invita a visualizar la categorización y a concebirla como algo real que podemos tocar. Es, en gran parte, un ejercicio lógico que se puede realizar como parte de un juego.

¿Por dónde empiezo a organizar la habitación?

Sin duda hay un análisis y una reflexión previa que debe hacer el adulto para poder guiar al niño o niña. La edad determinará dónde deben colocarse las cosas para que el pequeño o la pequeña alcance a cogerlas o a dejarlas en su sitio.

Supongamos que empezamos por los juguetes. Amontonarlos todos en uno o varios cestos o cajas es, sin duda, una opción rápida a la que todos recurrimos. Pero también es, quizá, menos educativa que utilizar una sencilla estantería en la que colocar las cosas. La idea puede parecer descabellada cuando el número de “artefactos” es considerable, como suele ocurrir. Pues bien, hay una solución fantástica: guardar fuera de su alcance todo aquello que no quepa en esa escueta estantería de la que hablábamos, y sacarlo al cabo de unas cuantas semanas, para reemplazar lo que ha quedado fuera. Es increíble el efecto motivador que esta práctica tan sencilla tiene en los pequeños, que reciben los juguetes guardados como si fueran nuevos otra vez.

El lugar que demos a cada elemento que dejamos a la vista debe ser siempre el mismo, de modo que ellos se acostumbren a que cada cosa tiene su sitio y a que hay un sitio para cada cosa. Esa sencilla práctica estructura de forma inconsciente el pensamiento y permite crear rutinas fáciles de llevar a cabo.

Muy importante es hacer de todo esto una actividad lúdica, no tratarla con rigidez ni que se convierta en un foco de conflicto. Es necesario indicar, guiar e, incluso, ejemplificar haciéndolo por ellos para que actúen por imitación.

Ahora hablamos de la ropa

Desde el momento en que los niños y niñas empiezan a vestirse solos, es interesante que ellos mismos puedan coger del armario todo lo que necesiten. Eso implica que todo debe estar a su alcance y que debe ser de fácil acceso.

Existen varias opciones de clasificación y una de ellas es distribuir las perchas por conjuntos, a fin de que puedan encontrar todo sin demasiado esfuerzo. Otra sería separar las prendas por categorías y colores. Sin duda, utilizar perchas para todo es el modo más sencillo tanto de que encuentren lo que necesitan como de que vuelvan a colocar todo en su lugar. No obstante, no es una opción que agrada a todo el mundo, por lo que, en caso de utilizar estantes y cajones, es imprescindibles enseñarles a doblar y guardar.

Organizar la habitación de forma lúdica
Dibujar, pintar y recortar carteles puede convertir en diversión la acción de ordenar de la habitación.

Organizar la habitación de forma lúdica

Es hora de llegar a lo que realmente importa: divertirse ordenando.

Necesitaremos cartulinas de colores, lápices, pegatinas o cualquier cosa que tengamos por casa y que nos sirva para dibujar, recortar, pegar y adornar. Los pequeños pueden crear bonitos carteles que indiquen qué va en cada lugar. Esa sencilla actividad dará variedad y motivará a los niños y niñas. Es preferible intercalar las manualidades con la puesta en orden, a fin de que los tiempos de cada actividad sean cortos y entretenidos. La capacidad de concentración en la infancia es mucho más corta que en la edad adulta y, si queremos que le cojan el gusto al orden, es preferible que, cuando lo hagamos, se queden con un buen sabor de boca.

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